La Vida Holística – Reflexiones

Por Holger Hieronimi , www.tierramor.org

(#1) El tercer principio ético de la permacultura

El tercer principio ético de la permacultura, ha sido expresado de diferentes maneras por diferentes autores, diseñadores y facilitadores de cursos. Aquí intento trazar un poco la historia de los principios éticos en la literatura permacultural, a través de los últimos treinta y cinco años. La idea es articular un entendimiento actualizado del tercer principio:

“Compartir con Equidad”

Veo esta reflexión como parte de un proceso más amplio, que busca profundizar en nuestros valores fundamentales como activistas y entusiastas en torno a la permacultura. Más allá de todo el trabajo práctico, hermoso, importante e inspirador, que estamos realizando en nuestros proyectos, estas cuestiones “teóricas”, quizás “filosóficas”, también tienen su importancia. En tiempos de cambios rápidos y sistémicos, la articulación de nuestros principios y valores, evoluciona respondiendo a las realidades dentro de las cuales vivimos y tenemos que desarrollar nuestros proyectos. Pocas veces nos tomamos el tiempo para revisar este proceso. -

En los primeros dos libros referentes a la permacultura (“Permaculture One”, 1978, de Mollison/ Holmgren, y “Permaculture Two”, 1979, Mollison), no hay mención explícita de principios éticos. En el segundo tomo, Mollison hace referencia a Masanobu Fukuoka y los cuatro principios del cultivo natural (expresados en “La Revolución de una Brizna de Paja”) cuando habla de la base filosófica de la permacultura.
 Fue hasta la publicación del “Manual de Diseño de la Permacultura”, en 1988, cuando Bill Mollison hace referencia a principios éticos, con el siguiente texto (traducción provisional HH):

“Al principio, varios de nosotros investigamos éticas comunitarias, buscando principios universales para guiar nuestras propias acciones. Aunque muchas de estas guías incluyen hasta dieciocho principios, la mayoría pueden verse expresados en estos tres que vienen abajo (el segundo y el tercer principio se derivan del primero)
 1. CUIDADO DE LA TIERRA: Provisión de todos los sistemas vivos para que continúen y se multipliquen
 2. CUIDADO DE LA GENTE: Provisión para que la gente tenga acceso a los recursos que necesita para su existencia
 3. PONER LÍMITES A POBLACIÓN Y CONSUMO: Al hacernos responsables de nuestras necesidades, podemos dirigir recursos para cumplir con los dos principios anteriores.”

Muchos consideramos la expresión original del tercer principio ético un tanto desafortunada. Puede mal-interpretarse, cuando no queda claro el marco de acción que propone la permacultura: “De abajo hacia arriba”-
 Aplicamos los principios primero al nivel personal, en la familia, con los vecinos y en las comunidades donde vivimos, de la misma manera como también lo sugiere el concepto de las zonas.
 Como directiva para la propia vida, creo que es muy positivo y ético, cuestionarse por ejemplo: ¿Cuántos hijos voy a traer al mundo? ¿Cuántos puedo sostener con mis medios y sin comprometer aun más los ecosistemas?, ¿Cómo será la base de recursos para mis hijos, una vez que sean mayores? ¿Pueden vivir una vida plena y prospera, considerando los escenarios futuros marcados por cambio climático y descenso energético?
 Un cuestionamiento similar se hace relacionado con nuestros hábitos de consumo: ¿Cuanto necesito realmente para vivir? ¿Como puedo diseñar mi vida para contribuir a la regeneración en vez de la degradacion de los ecosistemas? ¿Realmente necesito todo lo que creo que necesito? ¿Cual es el impacto real de todas las decisiones que tomo al nivel personal cada día a la hora para cubrir mis necesidades reales y/o sentidas?

En “Introducción a la Permacultura” (inglés 1991, revisado 1994; español 1994, segunda edición revisada y corregida 1999), Bill Mollison y Reni Mia Slay cambian un poco la expresión de las éticas . Allí dicen:

“En Permacultura, abrazamos una ética tripartita: El cuidado de la tierra, el cuidado de la gente, y la distribución del tiempo, dinero y materiales excedentes hacia estos fines (...)”-

La expresión “distribuir los excedentes”, puede entenderse como una respuesta a la creciente abundancia material de la así llamada “clase media” en el occidente, durante la década de los ochenta y noventa. Hablar de límites al consumo, en esta brevísima era de “florecimiento” del capitalismo global neoliberal, acompañado por la revolución informática, era aun menos interesante y atractivo que ahora. A cambio, había muchos excedentes en el sistema y muy mal distribuidos.

A partir de los años noventa, también comenzó a surgir más diversidad en la literatura permacultural. Allí podemos encontrar interpretaciones de los principios éticos algo distintas a las originalmente formuladas por Mollison:
 Por ejemplo, el inglés Graham Bell dedica en “The Permaculture Way”( 1992) un extenso párrafo a los fundamentos éticos, reflexiona acerca de la desigualdad en el mundo y el problema del crecimiento exponencial de la población humana. El texto es intenso y profundo, pero no hay una síntesis clara de los principios éticos en este importante libro europeo de permacultura.
 Rosemary Morrow, propone en su excelente “Guía de Permacultura para el Usuario de la Tierra” este esquema: Cuidado de la Tierra - Cuidado de la Gente - Distribución de Excedentes - Disminución del Consumo. (Este libro es para mi uno de los mejores de introducción a la permacultura. La primera edición en inglés salió en los noventa, y gracias al esfuerzo del CIDEP de Argentina, se publicó una traducción al castellano, en 2010)
 Patrick Whitefield articula en “Permaculture in a Nutshell” (primera edición 1993, con cinco re-ediciones hasta 2007) los principios éticos en mi expresión favorita: 1. Cuidado de la Tierra, 2. Cuidado de la Gente, 3. Compartir con equidad.
 David Holmgren propone en “Permacultura – Principios y senderos más allá de la sustentabilidad” (2002) el siguiente conjunto: Cuidado de la Tierra - Cuidado de las personas - Límites al consumo y la reproducción, y redistribución de los excedentes.
 En sus presentaciones en Latinoamérica en 2007, presentó las éticas de la siguiente manera:
 - Cuidar la Tierra (Reconstruir el Capital Natural)
 - Cuidar la Gente (Cuidarse a sí mismo, a los seres queridos y a la comunidad)
 - Compartir con equidad (Celebrar la Abundancia en la Naturaleza y Aceptar sus Límites)

Después del componente ecológico expresado en el primer principio ético, y el social que se refleja en el segundo, el tercer principio ético de la permacultura articula el componente económico en nuestro sistema de valores fundamentales. Como el ámbito de la economía es uno de los más controvertidos y malentendidos en la actualidad, David Holmgren lo acompaña con este enunciado:Celebrar la Abundancia en la Naturaleza y Aceptar sus Límites
 Aquí queda reflejada una paradoja interesante: Por un lado, reconocemos y celebramos, que la naturaleza es abundante (y no necesita de arreglos por parte del ser humano para ser “productiva”), aceptando sus límites con respecto a los recursos y servicios ecológicos que nos brinda generosamente.
 Los diseñadores de sistemas ecológicos, ponemos nuestra atención en los límites del ecosistema dentro del cual queremos desarrollar nuestros proyectos. Es la capacidad para detectar factores limitantes, y descubrir las oportunidades que encierran, lo que hace la diferencia entre el éxito y el fracaso de un proyecto de permacultura.

Con una mirada mas generalista, tenemos que abrir los ojos frente al hecho, de que los recursos claves para sostener a siete mil millones de seres humanos en el planeta, con el actual nivel de consumo (muy mal distribuido, por supuesto), se están agotando rápidamente. No importa a donde miremos: petróleo, agua limpia, suelos fértiles, bosques, clima estable, biodiversidad… desde todas las direcciones nos llegan evidencias, que la era de expansión exponencial del homo consumens está llegando a su fin.

Esta realidad es un choque cultural para el supuesto que sostiene el “progreso sinfín” predominante en el discurso corriente de la sociedad, y en la experiencia real de mucha gente. Estamos tan acostumbrados al crecimiento continuo en todos los niveles: En la tecnología, la economía, la población, en el transporte, en los avances de la ciencia, en la sofisticación y complejidad de las sociedades... crecer fue una realidad (por lo menos en el occidente) durante más de 500 años, acelerándose a partir de la revolución industrial hace 300 años, y entrando a un estado de hiper- aceleración durante las últimas décadas. Es natural que nos cueste mucho aceptar los limites. Por momentos, parece que no los hay. Y muchas personas todavía nos prometen la singularidad, energía libre para todos, o la conquista de otros planetas.



Mientras tanto, podemos hacer una cosa mucho más sencilla y al alcance de todos, para disminuir nuestro impacto en el sistema de GAIA: Bajar drásticamente nuestro nivel de consumo, especialmente de los recursos no-renovables. Simplicidad radical y voluntaria. Huelga de Consumo.

Esto se dirige especialmente a los aproximadamente mil millones de personas en el planeta, quienes pertenecemos a la así llamada "clase media"(capaces de gastar 10 dólares/ día y más). Somos mucho más numerosos que el pequeño grupo de la élite global, y somos el verdadero motor de la destrucción ambiental, por los patrones de consumo que cultivamos, que son amplificados por los medios y la publicidad como “modelo a seguir” para los aproximadamente seis mil millones de habitantes en el planeta (capaces de gastar un máximo de 1.5 dolares por día), quienes tienen un acceso muy limitado a las así llamadas “bondades” de la civilización industrial, pero cargan con muchos de sus “daños colaterales”.

Tenemos que aprender la práctica de la contención respecto de nuestras necesidades - como especie humana hacia la tierra y sus ecosistemas (incluyendo plantas y animales), pero también entre nosotros, como individuos y comunidades. Más allá de los discursos corrientes acerca de la justicia social, una cultura que busca permanecer y regenerar(se), no solo intentará distribuir con equidad los recursos y capacidades entre las personas que estamos vivos ahora - tratará de incluir en sus planes y diseños, a las personas que nacerán en el futuro, y quienes estarán heredando el planeta que nosotros les dejamos.
 ¿Qué vamos a compartir con ellos? ¿Cuanto petróleo, agua limpia, diversidad de especies, ecosistemas, suelos fértiles, bosques y depósitos de minerales, estamos dispuestos a compartir con las generaciones futuras?
 Antiguas culturas preindustriales y/o indígenas, tenían la premisa ética de considerar hasta la séptima generación, una escala de tiempo casi imposible de comprender para la mayoría de los seres humanos modernos.

(Holger Hieronimi, www.tierramor.org, Junio 2012 - Gracias a Marina Ortiz y Javier Caballero por corrección y sugerencias)

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